EL MAESTRO BARRENDERO
Una vez, en una calle de Barquisimeto Venezuela en frente del Obelisco, tuve un gran aprendizaje con un humilde barrendero de calles.
Eran las 7:30 de la mañana
y yo me dirigía en transporte público a mi trabajo. Nos encontramos en un atasco,
que nos hizo estar un buen rato en el mismo sitio. Yo venia molesto porque no
quería ir al trabajo, ya que se había vuelto monótono y aburrido.
En ese momento, levanto la
mirada y veo a un humilde barrendero de calles haciendo su trabajo con tal
alegría, que irradiaba belleza y felicidad. Era como una danza.
Esas calles son muy
solitarias, muy poca gente camina por ahí. Él no bailaba para nadie más.
Bailaba consigo mismo, con la escoba, con el recogedor, con la calle y hasta
con la basura. A quienes trataba con mucho respeto.
¿Respeto a la escoba?,
¿respeto a la calle?, ¿respeto a la basura?
¡Yo no podía creer lo que
estaba viendo!
Siempre había visto el
trabajo de barrendero como el último escalón mas bajo de todos los trabajos. Lo
veía como degradante. Como que era caer en lo último.
Sin embargo él barría las
calles como si fuera el trabajo más importante del mundo. Y a pesar de ser lo
mas importante, no lo hacia de forma seria ni rígida, en lo absoluto. Lo hacia
de forma alegre, como si fuera un juego.
Él, había logrado convertir
una tarea tan ordinaria e insignificante, en algo extraordinario. Yo no podía
quitarle la vista de encima. Ese hombre barría las calles con tanta alegría,
dulzura y delicadeza que provocaba verlo barrer todo el día.
Mi mirada era tan fija que
atrajo la de él. Me miró, me sonrió con la inocencia de un niño, le contesté la
sonrisa y siguió trabajando alegremente. Como si se tratara de una danza
espiritual importante, pero sencilla a la vez.
Desde ese momento, mi vida
ya no fue la misma. Ahora veía la vida más bonita, con más colorido, con más
sentido.
Ese hombre me enseño que lo
importante no es lo que se hace, sino COMO se hace.
Él, ha sido uno de mis
mejores Maestros y no me dijo ni una sola palabra. Solo bastó su actitud y su
sonrisa.
Desde ese momento, limpie
mi puesto de trabajo y mi casa con alegría, como lo habría hecho mi Maestro el
Barrendero de calles.
Comencé a hacer mi trabajo
y todas mis actividades cotidianas; con amor, con entrega, con todo mi
compromiso, con agradecimiento, con toda mi alegría, mi felicidad, dando lo
mejor de mi. Y lo que he recibido de la vida han sido bendiciones, alegrías y
momentos de felicidad. Y cuando vienen momentos difíciles, ya no tienen tanto
peso.
Años después, cuando
estudio la meditación y veo sus cualidades (estar centrado, en el aquí y el
ahora, sin pensamientos preocupantes, absorto en lo que estás haciendo, estar
en amor, alegría, aceptación) quedé sorprendido, al ver que eran las mismas cualidades
que había visto en el barrendero de calles años atrás en Barquisimeto.
El barrendero de calles me
había mostrado como meditar haciendo cualquier cosa, cualquier actividad por
insignificante que fuera. Lo practiqué barriendo la casa, lavando ropa,
planchando, tomando café o te, limpiando la habitación, en el trabajo, etc.
Siempre siendo consciente de lo que estaba haciendo y poniendo amor y alegría a
todo lo que realizaba.
Entonces lo llame Meditación Cotidiana.
Lo puede realizar cualquier
persona de cualquier parte del mundo. Sin importar la situación que tenga. De hecho,
la práctica de esta Meditación Cotidiana, hará que cada día mejore la situación
de la persona. Porque cada ves que se sienta alegre y feliz, atraerá a su vida
situaciones de felicidad y alegría. Aumentando día a día estas energías
positivas dentro de si mismos y en sus situaciones de vida.
Esta enseñanza que era para
una actividad, para un trabajo, yo la convertí en mi forma de vida.
Esté trabajando, o descansando, o con la familia, o con amigos, o con desconocidos, o solo; Siempre aplico la misma enseñanza del Maestro barrendero; Doy lo mejor de mi, mi alegría, mi felicidad, mi entrega, mi agradecimiento, lo que yo pueda ayudar y aportar.
Esté trabajando, o descansando, o con la familia, o con amigos, o con desconocidos, o solo; Siempre aplico la misma enseñanza del Maestro barrendero; Doy lo mejor de mi, mi alegría, mi felicidad, mi entrega, mi agradecimiento, lo que yo pueda ayudar y aportar.
Mi bendición y mi
agradecimiento para mi Maestro de la actitud positiva y de la Meditación
Cotidiana, que debe estar barriendo una de las calles de Barquisimeto.
Morgan Rolando
Terapeuta TTT-Zen - Coach Personal Tlf: +34 600287109