viernes, 13 de septiembre de 2013

                                      USANDO MÁSCARAS                                                 
                                                      







Hemos aprendido de la sociedad que para estar en consonancia con las personas, las instituciones y el sistema; tenemos que ponernos máscaras.

Aparentar estar bien, aunque por dentro estemos tristes, rabiosos o con miedo. Si es necesario, tendríamos que reprimir nuestros verdaderos sentimientos y emociones, para mostrar a la gente la cara que se supone debemos tener: CARITA FELIZ.

Por ejemplo: si trabajamos de cara al público y un día nos sentimos tristes, con rabia, o indispuestos. O que no nos gusta la actitud de los jefes, compañeros de trabajo, o de la gente que estamos atendiendo; no podemos mostrar la cara que exprese esos sentimientos. Ahí es, donde nos ponemos la mascara, para mostrar la falsa cara de felicidad y alegría que se supone debemos tener. Esta cara falsa sale de nuestra mente calculadora, que pretende conseguir algo a cambio (aprobación de los clientes, los jefes, la pareja, la institución, la sociedad, o el sistema).

Ahora bien ¿que pasa cuando somos falsos?  Pues que nos sentimos mal con nosotros mismos y sentimos rabia a todo lo de afuera, que nos está obligando a ser falsos. Es decir a todo aquel que le tenemos  que mostrar la máscara de felicidad y alegría. Al hacer esto, crece en nosotros una energía negativa, y una sensación de que estamos en contra de nosotros mismos, ya que estamos mostrando precisamente lo opuesto a lo que en realidad estamos sintiendo. Y es nuestra verdad, lo que nos gustaría mostrar. Pero no podemos o no debemos.

Por otra parte; no es necesario mostrarle, ni echarle encima a la gente nuestra rabia, nuestra tristeza, o nuestro mal estar. Ya que ellos no son culpables de nuestra desdicha, ni nuestras situaciones. Esas emociones están dentro de nosotros y por lo tanto somos responsables de ellas.

Ante estas dos situaciones, nos encontramos con dos “problemas”:

1- Si le mostramos a la gente nuestra máscara de carita feliz y reprimimos nuestros sentimientos de rabia, tristeza, o de miedo; estamos yendo en contra de nosotros y podríamos inconscientemente crearnos una enfermedad o dolencia que sirva para expresar la emoción antes reprimida. Creándose sin querer un problema mayor.

2- Y si por el contrario, no nos ponemos la máscara y le decimos a la gente todo lo que realmente sentimos. Y le echamos encima toda la basura (rabia, impotencia, estrés) que hay en nuestro interior, estamos creando también un problema más grande que el primero. Porque tú recibes de la vida, lo que antes das. Y si estas dando golpes e insultos, ¿Qué crees que vas a recibir más adelante?

¿Qué hacer entonces?

Yo veo dos soluciones:
La primera solución es: usar la transformación de la energía o emoción en ti. Es decir; cuando se presenta la rabia, la tristeza, o el mal estar; si estás en tu trabajo, pides permiso y vas al baño o servicio. Una vez allí, cierras tus ojos, coges tu rabia o tu tristeza en tus manos, respiras suave y profundamente y te dices: Yo decido transformar mi rabia en amor. Porque es paz, amor y felicidad, lo que quiero sentir y tener dentro de mi.

Esto lo repites de cinco a ocho veces con una respiración suave y profunda. Poniendo amor, sentimiento y tranquilidad a tus palabras, a tu mente y a tu cuerpo. Luego abres los ojos y siente si dentro de ti hay paz y tranquilidad. De ser así, has transformado tu energía interior. De no ser así, repites el proceso hasta lograr la paz y el amor que deseas. Este proceso solo dura 10 o 15 segundos.
Ahora mírate a los ojos en el espejo y dile a esa persona que ves ahí (eres tú) que la amas y la aceptas tal como es. Que la quieres con sus virtudes y sus debilidades.  Y que juntos o juntas, van a hacer lo posible para ser felices en todo momento, con cualquier persona  y en cualquier lugar.
Ya estás listo o lista para salir del baño y mostrar a todos, tu verdadera cara de felicidad, que proviene de tu interior y que expresa la verdad. Tu verdad.

La segunda solución es: en caso de que no puedas hacer la primera solución arriba expuesta, entonces aprende a usar la máscara, sin sentirte mal contigo. Es decir, sin sentirte culpable. Ya que este sentimiento es nocivo para tu salud y puede crear tanto una enfermedad, como un accidente (nos quemamos en la cocina, o nos cortamos un dedo picando verduras, o nos golpeamos en el trabajo, etc.) para auto castigarnos. Por supuesto inconscientemente.

Vamos a ver un ejemplo: Eres un vendedor o vendedora en una tienda. Tienes rabia por alguna razón y llega un cliente; pues tu, conscientemente te pones la máscara y ves a la persona con amor y la atiendes como a ti te gustaría que te atendieran.
Ésta, tu actitud, creará dos cosas maravillosas:

La persona que has atendido con tanta amabilidad y paciencia, se irá contenta y llena de la felicidad que tú le has dado. Esa persona llevará a su hogar esa felicidad y la compartirá con su familia. Y les dirá: estoy muy contento por que una persona que no me conocía (que eres tú) me atendió estupendamente y me ayudó a encontrar lo que deseaba, haciendo que me sintiera feliz.

Lo otro maravilloso que sucede, es que como tú has dado felicidad a otro, la vida te lo devuelve multiplicado. Y cuando sabes que has dado felicidad no solo a la persona que atendiste, sino a toda su familia y a todo el que se encontró en su camino, entonces te sientes feliz y tu rabia que estaba dentro de ti, fue arropada y transformada por la felicidad creada por tu actitud y por el agradecimiento de la persona que atendiste.

Tu máscara ha desaparecido sin darte cuenta. No necesitaste  quitártela, se desvaneció.

Conclusión:        
Una cosa es mostrar la felicidad y otra cosa es ser feliz.
Cuando debes mostrar la cara de felicidad, tienes la mascara puesta. Pero si tienes que hacerlo, hazlo con alegría, con amor y respeto.

Cuando eres feliz, tu cara de felicidad es real, sale de tu felicidad interior. Y estarás expresando tu verdad.  Siendo  auténtico y sintiéndote bien contigo mismo, o contigo misma.

Cuando somos felices, todo lo que hacemos lleva la energía de amor y felicidad. Entonces llevamos esas energías a nuestras situaciones, a la gente y a nuestro trabajo; transformando nuestro  entorno a partir de nosotros y ayudando a otros a cambiar con nuestra energía y nuestro  ejemplo.

La paz y la felicidad no están en el mundo. La paz y la felicidad están en el que ve el mundo. En el que lo recorre, en el caminante, en ti y en mi.

Morgan Rolando
Terapeuta TTT-Zen - Coach Personal Tlf: +34600287109

sábado, 27 de julio de 2013

CUATRO VECINOS Y UN ATARDECER








Siempre hay varias formas de ver una misma situación


Cuatro vecinos pueden estar viendo el mismo atardecer, con su caída de sol, nubes con muchas formas y un tapiz de bellos colores.

El primer vecino, lo podrá ver como un atardecer triste y desolado.Como la muerte del día.


El segundo, lo podrá ver como un hermoso paisaje lleno de vida y alegría. Como un acontecimiento maravilloso.

El tercero, lo podrá ver como algo insignificante, algo sin importancia.

Y el cuarto vecino, simplemente no vio el atardecer, por estar ocupado en la computadora o viendo el televisor. Se lo perdió.

Es el mismo atardecer. Pero claro, todo depende del que mira, de su estado de ánimo, de su estado interior y de su atención.

Tu vida es como este atardecer. ¿Cómo la estás viendo?  ¿Con tristeza? ¿Con alegría? ¿Sin importancia? ¿sin atención? ¿De qué ventana la estás viendo?

A través de la Terapia de Transformación Trascendental TTT-Zen y mi libro: El Viaje de la Vida en el Tren Zen, yo te enseño a ver tus situaciones desde arriba. Te ayudo también a limpiar tus ventanas y a escoger la que tenga mejor vista. Para que puedas ver tu vida con más colorido, alegría, prosperidad, amor y felicidad.

Morgan Rolando
Terapeuta TTT-Zen - Coach Personal Tlf: +34600287109